Uno de los temas más controversiales en la industria de la moda, y en general entre mucha gente hoy en día, es lo relacionado con la apropiación cultural. En mi muy personal opinión (y es aquí donde les recuerdo que tienen todo el derecho de no estar de acuerdo conmigo), es casi inevitable que hoy en día no tomemos prestado o nos inspiremos de otras culturas. Vivimos en un mundo tan conectado, en el que contamos con información literalmente en la punta de nuestros dedos. Es normal que en una sociedad tan hiperconectado, compartamos rasgos y características. Ojo, hablo de inspiración, no de copiar y rayar en faltas de respeto. Esa regla de oro que nos enseñaron en el kinder también aplica en esto: el respeto lo es todo.
La pregunta aquí es ¿dónde está la línea entre apropiación cultural e inspiración? Bueno, más que una línea clara, es un área gris. ¿Cómo honrar a aquello que nos inspira sin caer en faltas de respeto? La verdad, todo empieza desde como hablamos y nos referimos a ello, y como abordamos esto en nuestro proceso de diseño.
Recuerdo que cuando estaba haciendo mi tésis, inspirada en una comunidad maya cercana a Mérida, cometí el error de referirme a la vestimenta tradicional como un disfraz. Mi comentario nunca tuvo intención de ofender a nadie, pero debí haber tenido más tacto al referirme a algo que para alguien más tiene toda una herencia de conocimientos e historia que yo hasta ese momento desconocía. Estas actitudes o comentarios por lo general no los hacemos de mala fe, pero no representan de la manera adecuada aquello que nos inspira.
Gigi Hadid x Vogue Arabia.
Después de una llamada de atención de una de mis asesoras, decidí dejar de pensar en los clichés de una cultura y buscar realmente entenderla: sus conceptos, ideologías e historia eran la verdadera fuente de información.
Cuando hablamos de apropiación, hablamos de algo negativo. Lo relacionamos, por lo general a algún tipo de conquista. Alguien gana y alguien pierde. En la industria de la moda lo vemos constantemente. Copia y robo de propiedad intelectual disfrazado de admiración. La verdadera admiración no es hacer una blusa igual a la de un pueblo indígena, usar un tocado de plumas en un festival de música, usar un bigote falso y sombrero en halloween, o vestir a una modelo blanca de “musulmana” para la portada de una revista. La verdadera admiración existe cuando se entiende el contexto cultural que decimos apreciar. La verdadera admiración está en entender nuestra fuente de inspiración y buscar qué conexión tiene con nosotros, no en simplemente copiar algo bonito. Las copias no tienen ningún mérito.
La apropiación cultural es algo que realmente afecta a varios de los grupos que pretendemos celebrar. Este tipo de acciones desinformadas y arbitrarias no hace más que propagar clichés y estereotipos negativos o falsos. Es fácil voltear a ver al país que se encuentra del otro lado del océano y decir que sus togas nos inspiran, pero debemos recordar el enojo que sentimos aquella vez que cierta diseñadora francesa (de nombre Isabel Marant) usó nuestras raíces y nuestra historia como fuente de ingresos.
Disfrutar de la riqueza que tienen que ofrecer todas estas culturas que suelen ser nuestra fuente de inspiración no es necesariamente algo malo, al contrario, nos hace crecer como diseñadores y crear colecciones y productos mejores. Conocer y respetar nos hace no solo mejores diseñadores, nos hace mejores personas. Bien dijo Benito Juárez que el respeto al derecho ajeno es la paz.
Aprovechemos la riqueza cultural del mundo en que vivimos, conozcamos más sobre la gente que nos rodea y su historia. Creemos conexiones, no copias.
Xo,
C.