El 24 de abril de 2013 se colapsó en Dhaka, Bangladesh, el complejo comercial conocido como Rana Plaza. 1,129 personas perdieron la vida, y se calcula que otras 2,500 quedaron lesionadas. Esto sucedió hace poco más de tres años, y probablemente se pregunten porqué lo menciono ahora. A raíz del colapso de Rana Plaza, complejo que entre otras cosas, era sede de fábricas y maquilas de ropa, nació Fashion Revolution.
Fashion Revolution es un movimiento a nivel mundial cuyo principal objetivo es crear conciencia entre los consumidores y productores de moda sobre el verdadero costo de la moda barata y el súper popular fast fashion. Toda acción tiene una reacción y es momento de que los consumidores nos enteremos de las consecuencias que tienen los hábitos de compra y consumismo desmesurado que trajo consigo la moda rápida.
Ahora bien, esto no se trata de satanizar este modelo de negocio de moda, que si bien tiene fallas enormes, resulta muy práctico. Seamos honestos, muchos de nosotros vemos un montón de pasarelas, fotos de revista, premiaciones y alfombras rojas y tomamos inspiración de lo que vemos para nuestros propios guardarropas. Vemos tendencia tras tendencia y nos enamoramos de algunas (o si son como yo, de todas).
Las marcas como Zara, o cualquiera otra marca Inditex, H&M, Forever21 o cualquiera otra de este tipo nos permiten a nosotros, los mortales con ingresos que para nada se parecen a los de las estrellas de cine, modelos o influencers que vemos en los medios, tener acceso a esas tendencias que nos enamoraron.
Obviamente lo ideal sería no consumir fast fashion, pero su practicidad y precios accesibles para la mayoría lo hacen sumamente atractivo. El chiste de consumir fast fashion es no ser ese consumidor que sólo compra por comprar, sin realmente tener en menta si necesita o no lo que está comprando. Si compramos fast fashion, asegurémonos de usar nuestra ropa. No solo una o dos veces, sino las veces que podámos. Claro, esta ropa por lo general no es de la mejor calidad, pero si buscamos bien, es posible encontrar prendas de calidad decente en tiendas como Zara y Forever21. Lo importante es sacarle el mayor provecho posible a tu ropa.
Otro movimiento que sigue tomando fuerza, y está estrechamente relacionado con Fashion Revolution es el slow fashion, o la moda lenta. Contrario al fast fashion, el slow fashion busca, entre otras cosas, el comercio justo y de productos locales, la creación de modelos de diseño sostenibles, las prácticas amigables con el medio ambiente y la diversidad cultural. En otras palabras, es el total opuesto del fast fashion.
Si, las marcas consideradas como moda lenta suelen no ser las más baratas, pero hay maneras de formar parte de este movimiento sin tener que gastar de más. Una de éstas es no tirar a la basura ropa que se rompa o no nos sirva; es mejor buscar darle una segunda vida a estas prendas. Existen un montón de vídeos y tutoriales en internet de cómo arreglar o cambiar tu ropa vieja y hacerla “nueva” otra vez. Si de plano coser no es lo tuyo, llevar estas prendas a una costurera o sastre es algo relativamente barato.
No subestimes los mercaditos, bazares o tiendas de segunda mano. Obviamente no todo lo que encontrarás ahí valdrá la pena, pero nunca sabes cuándo te podrás encontrar alguna joyita por un porcentaje pequeñísimo de su valor original.
El modelo fast fashion es resultado, entre otras cosas, del deseo de los consumidores en tener lo más nuevo y actual. El cambio está en nuestras manos, como consumidores tenemos el poder de moldear la manera en que la industria se desarrolla actualmente. Es posible que este sea un cambio lento, pero mientras mantengamos el objetivo claro, la meta no es tan dificil de alcanzar. Está en nuestras manos, unámonos a la revolución. Hagamos preguntas, seamos curiosos y conscientes de lo que consumimos. Seamos el cambio que queremos ver en la industria de la moda.
Xo,
-C.
*Si te interesa saber más sobre Fashion Revolution y cómo puedes ser parte del cambio, entra a fashionrevolution.org