Aprovechando que todavía es mes patrio, y que como cada año en septiembre se pone de moda el nacionalismo, el amor a la patria y todo lo hecho en México (desgraciadamente para la mayoría esa modita dura solo los 30 días del mes) decidí hacer una lista de las cosas que hacen que me sienta extremadamente orgullosa de que mi pasaporte diga Estados Unidos Mexicanos.
Primero que nada, si, estoy consiente que nuestro país tiene muchísimo que mejorar. Estámos metidos en un hoyo negro de corrupción y lo fácil es quejarse del presidente (ojo, que para nada lo apoyo) cuando todos de alguna u otra manera somos partícipes de esa corrupción y falta de educación de la que tanto nos quejamos. No falta el junior que le da $200 pesos al tránsito para que haga como que no vio cuando el mirrey se pasó el alto; o una señora que se para en el lugar de discapacitados para no dar 10 pasos más. Ah, y no hablemos de todos aquellos que se unen a los rallys y meetings políticos esperando caerle bien al candidato para en caso de ser electo poder pedir un favor. Todos somos culpables de alguna de estas o de alguna otra ofenza de este tipo.
Se nos hace más fácil llenar las redes sociales de propaganda anti-Peña Nieto que ponernos a trabajar, estudiar e intentar ser mejores mexicanos. Dejémos de idolatrar a los héroes patrios, a quienes la SEP (y el gobierno en general) se dedicó a pintar como santos inmaculados que dieron todo por su patria sin esperar nada a cambio. Todos esos héroes patrios eran humanos, y les aseguro que todos y cada uno de ellos tenía un motivo personal más allá de "liberar a México de la opresión española". Tal vez es que sea yo muy cínica y me cuesta trabajo creer que alguien como Miguel Hidalgo daría su estátus por defender a tanta gente ajena a él (y más bien creo que su razón real para luchar por independencia era su deseo de evitar que la separación de la iglesia que estaba ocurriendo en Europa llegara al nuevo continente).
En fin, todos sabemos las mil y una cosas negativas que tiene el país, las vivimos a diario, pero si de algo estoy segura, es que por cada cosa negativa, mi México lindo y querido tiene dos muy, muy padres. Ahora sí, la lista de la que tanto hablaba:
1. La comida. He tenido la suerte de probar algunos de los platillos más gorumet del mundo, pero aún así nada se compara con la comida mexicana hecha con amor. Podrá no ser la cosa más gourmet del mundo, pero cada receta de mamá o de la abuela tiene un pedacito de nuestra historia familiar, y un pedacito de nuestra historia como mexicanos. Cada bocado de ese mole poblano con ajonjolí o de esos panuchos de cochinita pibíl están cargados de historia y de cultura. Tenemos la suerte de haber nacido en un país en dónde la cultura brota hasta del suelo.
2. El idioma. El español es un idioma que se habla de manera oficial en cerca de 20 países del mundo, nada se compara con el idioma mexicano. Tenemos una manera bien padre de hablar nuestro idioma, que a pesar de ser uno mismo en toda la república, cambia muchísimo de estado a estado, y eso, en mi opinión, lo hace mucho más rico y bonito. Es como tener nuestro propio dialecto, nuestra propia versión del idioma, al grado de que, si te encuentras a otro mexicano en cualquier otra parte del mundo y le preguntas "Ey, güey, ¿qué onda?" luego luego te sientes en casa. Tenemos un idioma bien bonito, rollero y que nos permite expresar un mismo sentimiento de 20 maneras diferentes.
3. La gente. Los mexicanos somos personas naturalmente abiertas (ok, no todos, pero sí en general). Estamos programados para ser amables y cálidos con la gente, digo, no por nada en el resto del mundo saben que los mexicanos somos bien amigueros. Aquí todomundo se conoce, o al menos conoces al primo de un amigo, y solo con eso ya te sientes pariente (si, estoy pensando la palabra pariente con tonito regio norteño. Perdón, soy norteña) del de al lado. Aquí todos somos tíos, primos, hermanos o sobrinos de alguien con quien no tenemos relación sanguínea.
4. La cultura. Como ya dije antes, tenemos la suerte de haber nacido en un país en dónde la cultura brota hasta de la tierra, y no, no es exageración. Somos uno de los pocos países en el mundo con una cultura tan rica y tan presente en la vida diara hoy en día. La gente de todo el mundo paga muchísimo dinero por venir a conocer nuestro país y nuestra historia; por venir a conocer lo que muchas veces nosotros ignoramos. Si antes sabía que la cultura mexicana era bonita, ahora gracias a mi tésis no me queda duda que cada uno de nosotros es heredero de una cultura hermosísima. Tenemos la suerte de que en nuestro país hay más de una civilización antigua importante, lo cual enriquece nuestra historia y tradiciones aún más.
5. Los textiles. Esto es algo que probablemente no a todos les interese, pero dada mi carrera y ahora mi tésis, he descubierto que los textiles mexicanos son de los más bonitos del mundo. Están tan llenos de color y de alegría que es imposible no enamorarte del trabajo textil artesanal a primera vista. El darte cuenta que la blusita bordada que compraste en Oaxaca, o el hipíl de hilo contado que le compraste a la señora en Mérida les tomó horas y horas hacer, no es solo una blusita o un hipíl. Con cada prenda o artículo con textil mexicano, te llevas un pedacito del alma del artesano. Dedican tanto tiempo de sus vidas en hacerlo, que cada pieza termina siento única e irrepetible, hecha con cariño y amor por su trabajo. Por favor, no sean de esos que les regatean a las señoras, sean de esos que les ofrecen más de lo que piden orignalmente. Créname, lo vale totalmente.
6. El talento. Y ya metida en el tema de textiles y moda, algo que me hace sentirme orgullosa es saber que en mi país existe mucho talento. Hay muchísimos diamantes en bruto en todas las áreas, no solo en el diseño (el diseño es simplemente con la que estoy más familiarizada). Tengo el placer de convivir día con día con la gente que en un futuro no muy lejano pondrá la moda y el diseño mexicano en el mapa de una manera más firme y permanente que como se encuentra hoy en día. Cada día se forman los nuevos periodistas de moda, diseñadores, arquitectos, doctores, deportistas y demás que van a poner el nombre de México en alto.
7. La fiesta. El mexicano tiene por naturaleza, una capacidad impresionante de hacer fiesta por todo. ¿Que se graduó el niño del kinder? Pues fiestón loco. ¿Que ganó mi equipo de fútbol? Pues fiestón loco. ¿Que perdió mi equipo de fútbol? Pues también, fiestón loco. Somos gente alegre, que todo celebra. Bien dice la canción que "cantando se alegran los corazones". Para todo hacemos fiesta, y de toda amargura buscamos el lado bueno y alegre de las cosas. Celebramos los fracasos, celebramos los truinfos, celebramos los empates y también celebramos el no hacer absolutamente nada.
8. El humor. Los mexicanos tenemos ese don divino de, además de festejar todo, reirnos de nuestras propias desgracias. Muchas veces tenemos un humor muy negro, que a cualquier otra persona le parecería insultante, pero para nosotros es el pan de cada día. Si pegó el huracán y se inhundó la ciudad entera, lloras un rato, después te ríes y ni modo, la vida sigue. Sabemos encontrar ese rayito de luz al fondo del túnel negro y usamos esa pequeña esperanza para reírnos un rato y salir adelante. Me acuerdo perfecto de todas aquellas veces que ha pasado alguna desgracia en mi casa, cuando no queda más que hacer, ni más lágrimas que llorar lo mejor es reír.
9. La música y el baile. Tan bonita que es la música mexicana, sí hasta las cumbias y las norteñas. No se hagan, todos, por más fresas que seamos hemos cantado una ranchera y bailado una cumbia en nuestra vida. Y es más hasta lo hemos disfrutado. Qué cosa tan bonita es el mariachi (y cuando fluyen el tequila y el mezcal, aún más). Es más, hasta la manera en que hablamos los mexicanos suenta bonito. Hay tántos acento en el país que si escuchas una plática de gente de diferentes estádos, le encuentras un ritmo bastante melodioso a las voces. No solo la música, los bailes tradicionales también son preciosos. El jarabe tapatío, el baile de las cintas, el baile de los viejitos, todos son tan símbolos mexicanos como el taco, el nopal y el frijol.
10. Las ganas de salir adelante. Esa actitud de no conformarse y de querer ser mejor, no solo que el vecino, sino mejor que uno mismo es una de las cosas que más orgullo de dan de mi país. El levantarse todos los días con el deseo de ser un mejor mexicano y una mejor persona de lo que fuímos el día de ayer, es algo verdaderamente de aplaudirse. En un país tan lleno de pobreza, tan lleno de puertas que se cierran, corrupción y burocracia, saber que existe gente que está dispuesta a salir adelante y ser el "rebelde" que no se conforma y que se mejora a sí mismo, me llena de alegría el corazón.
Pobres de aquellos malinchistas, que voltean a ver a países como Estados Unidos y todos los países europeos; pobres de aquellos que no saben apreciar el suelo bajo sus pies, ellos se lo pierden. Ya sé que ya pasó el 16 de septiembre, y que la fiebre patria disminuye día a día, pero mi orgullo y amor por México crecen más con cada día que pasa.
Ahora sí, ¡Viva México!
Xo,
-C.